Estaba aburrido, era una mañana de sol y eran tan solo las nueve, en la escuela nos habían dejado salir temprano porque había una actividad extra curricular y todos mis compañeros salieron disparados cada uno para sus casas, pero allí estaba yo, en medio del camino al pueblo y justo en el cruce que siempre me llamaba la atención, el camino se dividía en cuatro, hacia el sur el pueblo donde vivía, hacia el oriente estaba El Paraíso, un pueblo vecino, hacia el norte la escuela, y hacia el occidente, como decía el letrero, hacia ninguna parte; en varias ocasiones había preguntado a los mayores que podría haber por allá, todos me decían que no fuese tonto, que había nada, el camino llegaba tal vez unos dos kilómetros y terminaba abruptamente envuelto de mala hierba y un peñasco, nadie había querido ir mas allá porque no tenia importancia y no era prudente para un niño de mi edad. Cada vez que tenía oportunidad preguntaba por el camino que conduce a ninguna parte y todos me respondían lo mismo. Pero, ¿entonces, quien se tomó el trabajo de construir un camino si conduce a ninguna parte?, debía existir una razón, los mayores no la tenían, y yo la quería conocer.
Faltaban cuatro meses para cumplir los ocho años y desde los cinco podía salir solo a la escuela, tenia suficiente experiencia caminando solo, sin embargo, dos kilómetros eran mucho para mi, debería ir mejor preparado con algo de agua y comida, tome el camino al sur y llegue a casa para preparar mi viaje.
Faltando poco para las diez y treinta estaba nuevamente en el cruce, el sol era brillante e iluminaba todo el cielo azul vetiado de nubes altas, fue entonces cuando tome el camino que conduce a ninguna parte, media hora después, el camino continuaba recto inmutable a la geografía del lugar hasta que en un punto como si saliera de la nada, se alzaban grandes arboles a lado y lado del camino, haciendo de éste , un pasaje oscuro visto desde fuera, se veía tenebroso, como la boca de un lobo, pero al acercarme y estar bajo la sombra, me encontré con un camino empedrado, sin rastros de mala hierba y la temperatura, Ufff!, super agradable; me dije a mi mismo que esto no tenia pinta de ser un camino abandonado y alguien debía estar pasando frecuentemente por él, continué mi paso con ánimos renovados, el calor de la mañana había hecho mella cuando estaba fuera de la alameda y había gastado todas mi resevas de agua, pero estar entre este nuevo paisaje me alegraba y refrescaba, no sé cuanto tiempo caminé y la alameda terminó, pero fue mi gran sorpresa que era el inicio de un jardín, lleno de multitud de flores de muchos colores, no conozco muchas de ellas, pero pude identificar margaritas, dientes de león y amapolas, no era solo eso, también cientos de mariposas de colores brillantes revoloteaban de aquí para allá, llenando también de color el cielo de fondo azul, era un todo un espectáculo, nunca había visto un sitio parecido, ni en las fotos de sitios de otros países que venían en las revistas que traía mi hermano mayor, ojala estuviera conmigo, yo le diría que no era necesario salir muy lejos del pueblo para ver algo, lo que estaba viendo es mil veces mejor, pero yo estaba solo y mi hermano en la capital, otra vez perdí la cuenta del tiempo que pasé admirando aquel jardín y como apareció de la nada la alameda y el jardín, una mansión se alzo frente a mis ojos, no tuve tiempo para reaccionar:
-Buenos días, Leonardo-
Miré esos ojos oscuros y respondí apenado, - Buenos días- , algo no estaba bien, pero no estaba mal, no tenia idea, seguramente me reprocharía por estar allí, invadiendo la tranquilidad de su hogar.
-¿Quieres entrar?, tengo para ti pastel de chocolate- dijo, utilizando esa voz dulce como la de un canario.
Acepte, poniéndome colorado, ella era mucho mayor en edad y estatura, ni saltando alcanzaría uno de sus hombros, tenía la piel clara y el cabello negro largo y liso que alcanzaba hasta la cintura, llevaba un vestido blanco, que a veces resplandecía con la luz del sol, era muy linda.
Me tomo de una mano y me llevo hasta el interior de la mansión, antes de ingresar pude ver un caballo cerca a la portería, pero no identifique a ningún otro ser humano.
-Ponte cómodo y disfruta de tu pastel, aquí esta la bebida-
Estaba hambriento y comí rápidamente.
-Tienes un hermoso jardín y... esta casa, nunca había visto algo igual- le dije- no les creía, ¡siempre supe que había algo al final de ese camino!-
Ella me miró y me sonrió,
-¿Te ha gustado el jardín?-
- Si, si, si, tengo pocos años de vida, pero estoy seguro que no hay uno más lindo en el mundo- le dije eufórico.
Ella soltó una risa,
-Gracias, te veo un poco cansado, si quieres puedes descansar un poco, el regreso a casa es un poco largo y es mejor que esperes a que pase el medio día para que baje el sol cuando estés fuera de la alameda-
Era cierto lo que me dijo, estaba agotado y comenzaba a pestañear.
- Toma este baúl, espero que lo que tiene adentro te sea útil... Gracias por creer, Leonardo-
Me quedé profundamente dormido.
Una gota de agua cayo sobre mi frente, cuando abrí los ojos vi el cielo completamente blanco, me incorporé y mire a mi alrededor, estaba sobre el camino antes de la alameda muy cerca del cruce que me lleva al pueblo y junto a mi mano el baúl que me había dado la doncella, otra gota , mas grande, cayó sobre mi cabeza, me levante rápido, tome el baúl que era algo pesado y comenzó a llover torrencialmente.
En casa, mi mamá me estaba esperando con una correa en la mano, me había ausentado mucho tiempo y le preocupada que me resfriara, cuando llegué, tuve que sortear uno que otro latigazo, afortunadamente tengo buenos reflejos, pero era mi felicidad de contar lo que había encontrado que por fin le quite el disgusto a mi mamá, ella no me creía, dijo que pudo ser un sueño de niño, pero yo tenía el baúl como prueba, se lo entregue y ella lo abrió.
El chisme se regó por todo el pueblo en menos de unas horas, apenas escampaba y muchos mayores emprendían un viaje que nunca se habían propuesto por iniciativa propia, habían escuchado que al final del camino a ninguna parte, finalizaba en una mansión y que allí, una doncella les daría un baúl lleno de Oro.
A veces que regreso de la escuela, miro el camino que conduce a ninguna parte creyendo ver nuevamente a la doncella salir de la mansión y jugar en medio de las flores de tan maravilloso jardín, los hombres que habían salido aquel día en busca de un tesoro, únicamente encontraron un camino abandonado que finalizaba en un peñasco tan profundo que todos dudaron continuar por él.
Solo ahora tengo idea de qué me sorprendió cuando ella me saludó, además de ser tan hermosa, también conocía mi nombre.
¡A romper paradigmas!
Faltaban cuatro meses para cumplir los ocho años y desde los cinco podía salir solo a la escuela, tenia suficiente experiencia caminando solo, sin embargo, dos kilómetros eran mucho para mi, debería ir mejor preparado con algo de agua y comida, tome el camino al sur y llegue a casa para preparar mi viaje.
Faltando poco para las diez y treinta estaba nuevamente en el cruce, el sol era brillante e iluminaba todo el cielo azul vetiado de nubes altas, fue entonces cuando tome el camino que conduce a ninguna parte, media hora después, el camino continuaba recto inmutable a la geografía del lugar hasta que en un punto como si saliera de la nada, se alzaban grandes arboles a lado y lado del camino, haciendo de éste , un pasaje oscuro visto desde fuera, se veía tenebroso, como la boca de un lobo, pero al acercarme y estar bajo la sombra, me encontré con un camino empedrado, sin rastros de mala hierba y la temperatura, Ufff!, super agradable; me dije a mi mismo que esto no tenia pinta de ser un camino abandonado y alguien debía estar pasando frecuentemente por él, continué mi paso con ánimos renovados, el calor de la mañana había hecho mella cuando estaba fuera de la alameda y había gastado todas mi resevas de agua, pero estar entre este nuevo paisaje me alegraba y refrescaba, no sé cuanto tiempo caminé y la alameda terminó, pero fue mi gran sorpresa que era el inicio de un jardín, lleno de multitud de flores de muchos colores, no conozco muchas de ellas, pero pude identificar margaritas, dientes de león y amapolas, no era solo eso, también cientos de mariposas de colores brillantes revoloteaban de aquí para allá, llenando también de color el cielo de fondo azul, era un todo un espectáculo, nunca había visto un sitio parecido, ni en las fotos de sitios de otros países que venían en las revistas que traía mi hermano mayor, ojala estuviera conmigo, yo le diría que no era necesario salir muy lejos del pueblo para ver algo, lo que estaba viendo es mil veces mejor, pero yo estaba solo y mi hermano en la capital, otra vez perdí la cuenta del tiempo que pasé admirando aquel jardín y como apareció de la nada la alameda y el jardín, una mansión se alzo frente a mis ojos, no tuve tiempo para reaccionar:
-Buenos días, Leonardo-
Miré esos ojos oscuros y respondí apenado, - Buenos días- , algo no estaba bien, pero no estaba mal, no tenia idea, seguramente me reprocharía por estar allí, invadiendo la tranquilidad de su hogar.
-¿Quieres entrar?, tengo para ti pastel de chocolate- dijo, utilizando esa voz dulce como la de un canario.
Acepte, poniéndome colorado, ella era mucho mayor en edad y estatura, ni saltando alcanzaría uno de sus hombros, tenía la piel clara y el cabello negro largo y liso que alcanzaba hasta la cintura, llevaba un vestido blanco, que a veces resplandecía con la luz del sol, era muy linda.
Me tomo de una mano y me llevo hasta el interior de la mansión, antes de ingresar pude ver un caballo cerca a la portería, pero no identifique a ningún otro ser humano.
-Ponte cómodo y disfruta de tu pastel, aquí esta la bebida-
Estaba hambriento y comí rápidamente.
-Tienes un hermoso jardín y... esta casa, nunca había visto algo igual- le dije- no les creía, ¡siempre supe que había algo al final de ese camino!-
Ella me miró y me sonrió,
-¿Te ha gustado el jardín?-
- Si, si, si, tengo pocos años de vida, pero estoy seguro que no hay uno más lindo en el mundo- le dije eufórico.
Ella soltó una risa,
-Gracias, te veo un poco cansado, si quieres puedes descansar un poco, el regreso a casa es un poco largo y es mejor que esperes a que pase el medio día para que baje el sol cuando estés fuera de la alameda-
Era cierto lo que me dijo, estaba agotado y comenzaba a pestañear.
- Toma este baúl, espero que lo que tiene adentro te sea útil... Gracias por creer, Leonardo-
Me quedé profundamente dormido.
Una gota de agua cayo sobre mi frente, cuando abrí los ojos vi el cielo completamente blanco, me incorporé y mire a mi alrededor, estaba sobre el camino antes de la alameda muy cerca del cruce que me lleva al pueblo y junto a mi mano el baúl que me había dado la doncella, otra gota , mas grande, cayó sobre mi cabeza, me levante rápido, tome el baúl que era algo pesado y comenzó a llover torrencialmente.
En casa, mi mamá me estaba esperando con una correa en la mano, me había ausentado mucho tiempo y le preocupada que me resfriara, cuando llegué, tuve que sortear uno que otro latigazo, afortunadamente tengo buenos reflejos, pero era mi felicidad de contar lo que había encontrado que por fin le quite el disgusto a mi mamá, ella no me creía, dijo que pudo ser un sueño de niño, pero yo tenía el baúl como prueba, se lo entregue y ella lo abrió.
El chisme se regó por todo el pueblo en menos de unas horas, apenas escampaba y muchos mayores emprendían un viaje que nunca se habían propuesto por iniciativa propia, habían escuchado que al final del camino a ninguna parte, finalizaba en una mansión y que allí, una doncella les daría un baúl lleno de Oro.
A veces que regreso de la escuela, miro el camino que conduce a ninguna parte creyendo ver nuevamente a la doncella salir de la mansión y jugar en medio de las flores de tan maravilloso jardín, los hombres que habían salido aquel día en busca de un tesoro, únicamente encontraron un camino abandonado que finalizaba en un peñasco tan profundo que todos dudaron continuar por él.
Solo ahora tengo idea de qué me sorprendió cuando ella me saludó, además de ser tan hermosa, también conocía mi nombre.
¡A romper paradigmas!
