domingo, 2 de mayo de 2010

Los Tamarros

Cuando era un poco mas joven, en una noche fría tuve que cuidar a mi primo mucho menor que yo, debido a una reunión de sus padres; era un acontecimiento para ambos pero me llegó temprano el cansancio y no lograba conseguir que él se durmiera y por el contrario saltaba por toda la casa; vivía en un apartamento en el tercer piso de un edificio de seis pisos, eran casi las doce de la noche y se portaba muy ruidoso y yo, rendido, entonces se me ocurrió contarle un cuento para ver si se calmaba:
-Primo, algunas vez has escuchado sobre los tamarros?-
se detuvo en seco y me miró con curiosidad -Para nada- me contesto, viendo esta reacción supe que era mi oportunidad para que por fin me pusiese atención, seguí:
-De veras que no?- hice una pausa y lo mire extrañado, -Pues si quieres que te cuente, te vas a tener que sentar, no puedo seguirte por todo el apartamento-.
Lo logre!, no solo se calmo, también se puso la pijama y se acostó sobre la cama; -Muy bien, creo que es hora que sepas que son- le decía mientras cerraba la ventana, luego me senté en una silla junto a su cama. - Los tamarros son animales imaginarios muy extraños, es muy raro ver uno, pero son también muy apetecidos-, -por que?- me preguntó
-Bueno, son muy buscados por su piel, muy apreciada en las peleterías, son redondos como pelotas, eso debe ser porque son animales bolífagos-,
-Bolífagos, como así?- me interrumpió,
-Quiere decir que se alimentan de toda clase de bolas, sobre todo las de colores, les fascinan- le expliqué.
-Ah!-, dijo con asombro.
-Pero lo mas extraño en ellos, es en la forma que se les debe atrapar- me estaba entusiasmando por la historia, -Como son también animales nocturnos no le gusta la luz o las cosas blancas, entonces para poder atraparlos es necesario que una sola persona se coloque al aire libre, y vaya con una sabana blanca en la cabeza y sobre la corona de la cabeza una vela encendía, después de estar preparado, se comienza a cantar Tamarro vienen!, Tamarro va!, tamarro caéra!, haciendo el mayor ruido posible con un sartén en una mano y una cuchara en la otra; despues de haberlo hecho tres veces muy seguramente un tamarro se posara frente a usted e intentara apagar la vela, es ese el momento que se debe agachar para acercarle la vela pero lo suficientemente fuerte para que la sabana se levante por encima de la cabeza y caiga sobre el tamarro, cuando la sabana cubra el tamarro éste escapa aterrado y deja la piel para que la persona pueda recogerla-.
Satisfecho me recline sobre la silla, -Es de ese modo que se pueden atrapar y conseguir la piel para utilizarla-.
Me quede callado durante un minuto para darme cuenta que mi primo estaba dormido y ahora era yo quien había perdido el sueño, me recoste en la sala, di algunas vueltas pero no reconciliaba el sueño, -no puede ser, tengo insomnio-, la historia que había contado a mi primo no paraba de darme vueltas en la mente, me convencí que podía ser cierto y podría conseguir mucho dinero con la piel de un tamarro, entonces fui a la cocina tome una vela, una sartén y un cucharón, de un cuarto saque una sabana y me la puse en la cabeza, encendí la vela y la pegue arriba de la cabeza, abrí el balcón; bien duro comencé a gritar y a golpear la sartén -Tamarro vienen!, Tamarro va!, tamarro caéra!, Tamarro vienen!, Tama...- no pude continuar con la segunda vez, una corriente helada me llego hasta los huesos y del piso de arriba únicamente logre escuchar -Vete hacerse ruido a tu abuelita!-.
Me encontré ridículamente mojado de pies a cabeza.

Esa noche la recuerdo muy bien, no por haber atrapado un Tamarro, sino un fuerte resfriado.


Nota: historia sacada del mas recondito de los recuerdos, mas o menos almacenados en la mente, provenientes de un libro de literatura de tercero o cuarto de primario.